Críticas
Estreno en cines
Crítica de "El cuadro robado" ("Le Tableau volé"), película de Pascal Bonitzer con Alex Lutz y Léa Drucker
Sin haber pasado por ningún festival grande, llega a las salas argentinas este más que interesante film de quien fuera guionista de Jacques Rivette (No toques el hacha), André Techiné (Mi estación favorita) y Anne Fontaine (Cordero de Dios), entre otros.
El cuadro robado (Le Tableau volé, Francia/2024). Dirección y guion: Pascal Bonitzer. Elenco: Alex Lutz, Léa Drucker, Nora Hamzawi, Louise Chevillotte y Arcadi Radeff. Fotografía: Pierre Milon. Edición: Monica Coleman. Música: Alexeï Aïgui. Duración: 91 minutos. Distribuidora: CDI Films. Apta para mayores de 13 años. Salas (primera semana): 12 (Cinépolis Recoleta, Lorca, Cine Arte Cacodelphia, Multiplex Belgrano, Atlas Patio Bullrich, Atlas Nordelta, Showcase Belgrano, Showcase Norte, Cinema Paradiso de La Plata, Cine América de Santa Fe, Cines del Centro de Rosario y Cine Arte de Córdoba).
Las casualidades de la distribución y la exhibición hacen que El cuadro robado se estrene en la Argentina tan sólo unas semanas después del hallazgo en Mar del Plata de una importante pintura robada por los nazis a una familia judía durante la Segunda Guerra Mundial. La historia, cuyas noticias se publican en la sección policial de los principales portales informativos, tiene varios puntos de contacto con el caso real, ocurrido en 2005, en que se basa la película de Pascal Bonitzer, veterano guionista y habitual socio creativo de Jacques Rivette y André Techiné, entre otros.
Pero El cuadro robado no es un policial, ni tampoco un drama con una pata en el presente y otra en el pasado. Bonitzer abraza el misterio por las ambiciones de sus enigmáticos e inaprensibles protagonistas, una ex pareja que se dedica al muy lucrativo negocio de las subastas de objetos de arte, y el suspenso a raíz de la suerte que correrá el flamante hallazgo de la dupla: un cuadro de Egon Schiele que se consideraba perdido y es encontrado como decoración de interior de una casa en un pequeño pueblo francés.
André (Alex Lutz), su asistente Aurore (Louise Chevillotte) y Bertina (Léa Drucker) viajan hasta el lugar para comprobar que, para su sorpresa, el cuadro es real. Y aún más, porque con una pequeña restauración su precio base podría superar los diez millones de dólares. Sus dueños “adoptivos”, una mujer y su hijo, que trabaja como operario en el turno noche de una fábrica, lo recibieron del dueño anterior de la casa y no hacen mucho escándalo ante la noticia de que deben devolverlo a sus propietarios originales, pero no les vendría mal algún dinero a cambio de su colaboración.
La película mostrará cómo los distintos actores en pugna, grupo al que se sumará el heredero del cuadro, intentan sacar la tajada del trato más ventajosa, un juego de intrigas y negociaciones constantes que Bonitzer (director de Encore y Rien sur Robert) registra con una calma que se contradice con el torrente interno que circula por André y Bertina ante el potencial económico del hallazgo. Ellos también deben ocuparse de Aurore, que esconde mucho más de lo que dice y cuyas intenciones son un auténtico enigma.
El cuadro robado funciona como un apasionante estudio de personajes tironeados por sus deseos y anhelos, algunos más módicos que otros, al tiempo que registra la cocina de las subastas y todos los engranajes que se conjugan en ellas, como si la cámara fuera un bisturí dispuesto a ir hasta el fondo de la carne. Ocurra lo que ocurra con el cuadro en cuestión, nadie volverá a ser cómo era antes de encontrarlo.
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